MUERTOS PARA VIVIR.
Hace ya bastante tiempo, un hombre de familia tubo que elegir entre
Dios o sus seres más queridos. Eran creyentes en un país, donde el
nombre de Jesús era blasfemia para ellos. El padre de familia era
predicador y su temor no estaba sobre los hombres, sino sobre Dios; es
por ello que insistía en predicar de la salvación por medio de Jesús.
Muchas veces le pegaron y metieron en la cárcel, pero a el le fortalecía el sufrimiento por causa del nombre que es sobre todo nombre “Jesús de Nazaret”.
Una de tantas, se reunieron los mandatarios de aquella ciudad y
dijeron; veamos que fe tiene este hombre en su Dios. Cogieron a ese
predicador y su familia: su hijo, su hija y esposa y los metieron en un
foso de tierra ya preparado.
Las gentes de esa ciudad
gritaban: “muerte al predicador”. Los mandatarios le daban a elegir y le
decían: o niegas a ese tal Jesús o te enterramos vivo a ti y tu
familia. Después de algunos minutos de gran silencio, se escucha la voz
de la más pequeña de la familia, “papa, papa Dios nos esta esperando”.
El varón de Dios expone su ultima predicación, rechazando la petición
del pueblo. Los enterraron vivos sin escuchar grito alguno. A los pocos
años; cientos de personas que gritaron “muerte al predicador”, se
convertidos a ese Jesús que ellos rechazaban con gran furia.
Escrito está, lo que el hombre sembrare eso recogerá. Ese hombre de
Dios sembró algo más que una semilla, sembró su propia vida y la de los
suyos, y recogió cientos de hermanos para toda la eternidad. Dios
bendiga a hombres y mujeres como este predicador, que un día leyeron en
(S. Mateo. 16.24.) ''Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su Cruz cada día y sígame.''
DIOS TE BENDIGA!!
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